miércoles, 25 de mayo de 2011

“AHORA ANDARÁN DICIENDO” - Cortometraje dirigido por Miguel Oscar Menassa

 No hay nada más sexual que la palabra marcada por el devenir real de un tiempo acompañado por un cuerpo. La comunidad humana se agita frente a la belleza como un ímpetu libertario en pro de una rebelión de los sentidos y en la búsqueda del deseo por lo imperecedero del canto.

...La cultura divorciada del amor se reconcilia en esta historia donde los lobos bailan en el cuerpo de mujer salvaje, en la que la armonía es la justicia de su renuncia solemne a todo lo que no permite la humanidad. Una historia de amor que no satisface, que no calma la sed en el hálito de juventud que desprende sin edad, un ansia por alcanzar la palabra, un intento sin intento. ¿Dos mitades unidas en completud?, no, dos seres sin completud que renuncian al amor, a pesar del amor, representantes de la civilización.

La fuerza del cantor reconstruye el cuerpo poético de la bailarina heroica que taconea desafiando el destino en una ornamentación floral que no es tal, a pesar de su belleza. Es la carne del verso en el movimiento anhelante por alcanzar la palabra que vibra rompiendo los límites y los prejuicios de la economía del arte. Su baile es una exigencia, una dirección sin destino, la demanda de una revolución que rasgue el mito de la mujer como única salvación frente a la miseria concedida a las ideas impuestas por Dios.

Ella es él, él es ella, él solo goza si ella lo desea, los dos saben que otra realidad más allá de sus pasiones les espera para protegerlos de la exaltación religiosa, de carácter embriagador y de goce singular, con el que el espectador indemniza sus pequeños pesares bajo la forma de una poética de lo imposible.

Una puesta en escena de la cultura que nos invita a un nuevo siglo de rebelión y crecimiento encarnados en la mujer y la poesía, volando sobre los versos magistrales del poeta Miguel Oscar Menassa; la fuerza, la delicadeza y la hermosura del baile flamenco de Virginia Valdominos; y la exaltación musical de Kepa Ríos.

Este cortometraje nos vincula afectivamente en la aceptación del arte de vivir, como una interpretación de la ley, los prejuicios, los miedos y la felicidad humana. Una marca del tiempo en la épica de las fuerzas elementales de la naturaleza, en el pecho de fuego que no incendia la noche, en el taconeo donde ruge la tierra para que los muertos tengan su fiesta, en la danza sostenida en el aire por el canto, y en el agua que fluye a través de la mirada, y que acontece a través de la música, el flamenco y la poesía.

Si buscaban algo fuera de los estereotipos, este es el cortometraje.

Susana Lorente

domingo, 22 de mayo de 2011

ENFERMEDAD MENTAL El Cerebro y el Inconsciente



El concepto de enfermedad mental ha sufrido múltiples transformaciones según el desarrollo de la civilización y la historia del pensamiento.  Historia que más que pasado, es el presente de muchas investigaciones y publicaciones científicas actuales. Lo queramos o no continuamos en algunas frases, pensándola aún, por ejemplo, desde el punto de vista mágico-animista y religioso, ¿o acaso nadie de ustedes ha considerado en alguna ocasión y aunque luego lo descartaran, a una persona echando espuma por la boca y convulsionando como poseída por un demonio?.  Lo cierto es que no es nada novedoso, en Mesopotamia ya se pensaba que eran personas poseídas por un espíritu maligno y eran tratadas con métodos mágico-religiosos, que aún hoy,  en muchos contextos y sociedades, se siguen utilizando.

Pero más que meternos con la religión y las “curaciones” mágico-religiosas que podríamos trabajar en otro escrito, nos llama la atención el afán “localizacionista” y “animalista” de otras disciplinas actuales dedicadas al estudio y tratamiento de la salud mental que nos remontan al año 31 a.C. 

Y no queremos decir con esto que el tema no sea de una gran complejidad ni mucho menos, pero localizar la enfermedad mental en el cerebro, entender las pasiones, los conflictos y los deseos insastifechos como disfunciones orgánicas o bioquímicas, ha sido una labor que desde los griegos se ha venido llevando a cabo y ante lo que la medicina y la psiquiatría ha avanzado mucho.  Sin embargo, ellos mismos reconocen que hay algo que se les escapa y que no terminan de solucionar: no pueden entender porqué una persona después de un tratamiento farmacológico vuelve a recaer en la misma o en otra enfermedad mental reiteradamente; no terminan de comprender cómo es posible que un enfermo mejore más con un placebo, que otra persona con la misma dolencia tomando la medicación indicada para su caso; ni cómo es posible que el periodo de internación en un hospital se reduzca para aquellos que tienen con quien conversar y que están acompañados, no les digo ya con un tratamiento especializado basado en la palabra, como lo es el psicoanálisis.  El objetivo, sin embargo, no tendría que ser la comprensión de nada, sino la aceptación y la formación dentro de un modelo científico que dé respuestas a estos interrogantes y que nos permita plantear otros nuevos dentro de esta línea de pensamiento, es decir, dentro de la construcción de un saber no sabido que posibilite trabajar de manera efectiva en el tratamiento de las enfermedades mentales.

El pensamiento científico en el campo de la psiquis, el arte, la cultura y la vida cotidiana, sin la Teoría del Inconsciente, está estancado. Tal es la situación que siguen habiendo investigaciones que comparan nuestro psiquismo con el de un animal y su instinto. En realidad, aprendimos de los animales el concepto de familia que junto al amor, nos protege de la extinción a cambio de una prima de placer, así como nos recuerda que provenimos de una especie que se reproduce por sexuación. Pero el ser humano a diferencia de los animales, habla, “tiene” inconsciente, en vez de instinto “tiene” pulsión, su cuerpo más allá de lo biológico está constituido por palabras y dispone de facultades para la erogeneidad, el erotismo y a su vez, la belleza.  Somos imperfectos, y en esa imperfección morimos aunque nos hayamos pasado la “vida” negándolo.  De esta manera, es imposible extrapolar los resultados de una investigación realizada con ratas, al ser humano.  Otro argumento entre los ya mencionados, es que estas investigaciones no hablan de las decisiones que tomaría un ser humano, sino del comportamiento y el cerebro de las ratas. 

La plasticidad cerebral y sus funciones no alcanzan a dar cuenta del deseo inconsciente, el cual, es vértice de todo diagrama posible para lo psíquico, tanto para el goce de la vida, como para el goce malogrado del sufrimiento. Un deseo que no es destino sino acto, presente en un tiempo fuera del tiempo cronológico, un sin-sentido, solo con-sentido o con múltiple sentido en función de lo que cada uno haga.  Nos tendríamos que preguntar inevitablemente sobre el deseo y el goce de un sujeto que por más acciones que emprende en la vida siempre se ve abocado a continuos fracasos.

La complejidad del ser humano abole la relación causa-efecto, ya no podemos echarle la culpa ni a las condiciones meteorológicas, ni al cerebro, ni a los demonios, ni a la razón, ni a los sentimientos, ya que todo esto, es una ilusión.

Freud construye el concepto de inconsciente de manera teórica pero con efectos prácticos,  y todo lo que creíamos real para las ciencias de la mente se trastoca. A partir del psicoanálisis la conciencia es un órgano perceptual, con las limitaciones que esto conlleva, el tiempo no corresponde a ninguna cronología y la memoria no es exactamente lo que ocurrió en el pasado.  La palabra no es la cosa.  Independientemente del significado, ningún término define o designa directamente un objeto ya que no existe una relación lineal entre lo dicho y la “realidad” exterior o interior, para el ser humano.  La palabra más que definir, crea la cosa, lo que quiere decir que se produce una realidad significante para otro significante.  La palabra, como sexual, obedece a un orden simbólico en el que en vez del instinto, opera la pulsión sobredeterminada por las leyes inconscientes del lenguaje, donde la verdad es construida, temporalmente, entre lo que se dicen las palabras entre sí. 

Añadido a esto, el objetivo del psicoanálisis no es curar nada, sino la buena práctica con la asociación libre, la transferencia y la interpretación-construcción, aspectos que hacen de la curación su efecto secundario inevitable.  Una teoría, un método y una técnica que va a permitir que el sujeto construya otra historia de deseos.  Y cuando hablamos de sujeto, hablamos de un individuo en análisis. 

Decimos entonces que la interpretación debe estar dentro de los límites de la ciencia, y la escucha, una vez establecido el deseo de hablar del paciente, dentro del imaginario universal de la poesía.  La atención flotante planteada por Freud hace referencia a un saber inconsciente, donde el buen psicoanalista no tiene ni debe de recordar nada, ni las interpretaciones que le hicieron, ni la supervisión, ni lo que estudió, solo, que ya es bastante, escuchar desde ese imaginario donde cualquier palabra se puede combinar con cualquier otra, construyendo una realidad novedosa hasta para el mismo psicoanalista, ya que si conoce la interpretación que le va a dar al paciente desde la teoría psicoanalítica, no es ni interpretación, ni psicoanálisis, puesto que entonces lo que ha hecho previamente es lo que hace la psiquiatría y la psicoterapia, alinear al sujeto al diagnóstico, no atenderlo como ser hablante sino como enfermo e interpretar su discurso creyendo que la verdad está en el contenido manifiesto.

Hablar es la única enfermedad del ser humano. Para poder llegar a ser hablante el niño tuvo que darse cuenta de la diferencia sexual que nos constituye como seres mortales. Un saber que sin ser sabido opera en nuestro psiquismo y que no estamos muy dispuestos a aceptar dadas las exigencias impuestas por la Ley Edípica que conlleva. 

Construir un deseo que nos permita el goce de vivir es posible más allá de los diagnósticos psiquiátricos demandados por muchos pacientes para continuar encasillados en el estereotipo.  El cambio a otras posibilidades de designarse es factible para todos, ya que los mecanismos que operan en la enfermedad son los mismos mecanismos que operan en la normalidad.  Sin embargo, cada uno en cada frase, establece una relación diferente con la realidad: para algunos dos más dos son cuatro, pero no lo soportan; otros dicen que ni hablar, que dos más dos, son cinco; y otros que se acercan más a la “normalidad”, dicen que dos más dos son cuatro, y que esta suma es susceptible de transformarse en sesiones de psicoanálisis.

Susana Lorente Gómez
Psicóloga Psicoanalista

sábado, 14 de mayo de 2011

EL “LEGÍTIMO PSICOANALISTA”


El tratamiento psicoanalítico cura muchas enfermedades mentales, ayuda a vivir mejor a quien no es considerado como "enfermo" y es fundamental en la curación de enfermedades psicosomáticas. El paciente mejora notablemente con el tratamiento, en su vida, con sus relaciones sociales, su trabajo, su sexualidad, etc., más allá de que la curación sea o no el objetivo del psicoanálisis. El psicoanálisis abre y desvía la mirada clavada en el ombligo (que no es necesariamente sinónimo de consciente, sino una nueva manera de vivir, de actuar, de pensar con un saber no sabido) a una realidad futura ante la cual estaba ciego, es decir, sana el deseo.

El concepto de "legítimo psicoanalista" no es un ser, ni un estado, más bien tiene que ver por un lado con una decisión y por otro, con el cumplimiento de unos requisitos muy específicos, como son: estar en formación continua y permanente estudiando los textos de Freud; estudiar también a los científicos, escritores y psicoanalistas que 111 años después de la publicación de la Interpretación de los Sueños han sido los únicos que realmente han leído ha Freud: Lacan, el cual afirmó insistentemente ser Freudiano, pero parece que pocos quisieron escucharle; y Menassa, que recoge a Freud, a Lacan, y a Marx, sumando a su vez la poesía, como herramienta imprescindible para la escucha del psicoanalista, entre otras cosas. Lo que se sale de aquí es otra cosa, no digo ni bien ni mal, pero otra cosa diferente al psicoanálisis.

Otros de los requisitos son: estar en tratamiento psicoanalítico permanentemente, si trabaja hasta su muerte, hasta su muerte; escribir textos científicos y publicarlos; pertenecer a un grupo o Escuela donde lleve a cabo toda su actividad formativa; supervisar con un mayor...etc. Un hombre solo no existe, pero un “psicoanalista” solo, sin cultura, sin contacto con el mundo actual, el arte, la poesía, tampoco.
En cuanto a la práctica psicoanalítica debe estar marcada por los límites de la ciencia, sin embargo en su escucha debe ser posible combinar “cualquier” cosa con “cualquier” otra y eso lo facilita la poesía. Si los propios límites, si los prejuicios, si la moral y si la fantasía dificultan o empobrecen los resultados del trabajo, el psicoanalista debe psicoanalizarse más y mejor. Lo que no quiere decir que deba tener capacidad de nada, ni controlar nada, ni tener empatía de nada, ya que eso nos indicaría que no está haciendo el trabajo de formación y análisis que se le exige. Trabajar como psicoanalista no es cualquier cosa, es el único trabajo que exige la transformación del sujeto en formación.

Y a pesar de que sea un requisito legal tener la conformidad de las instituciones para desempeñar la labor, ningún título, ninguna “autoridad sanitaria” del estado tiene hoy por hoy el criterio para decir que un psicoanalista es un psicoanalista, porque están a años luz de lo que eso significa, porque si han leído una página de Freud la han leído mal y luego han ido diciendo que esas “porquerías” que se les ocurrió mientras leían es lo que dice Freud, porque el modelo de los estados no permite lo que exige el psicoanálisis: seres humanos, que vivan como mortales, que lleguen a alcanzar una cuota de felicidad a través del trabajo, el amor, las producciones sociales, etc. Producir para el estado personas que piensan más allá de sus modelos pone en riesgo su poder, por lo que si aceptan el “psicoanálisis” es a través de teorías que lo deforman a la justa medida de intereses económicos, políticos, narcisistas y egoístas. El psicoanálisis requiere cierta distancia, más no ignorancia de la ideología del estado, la familia, la religión y la moral.

El inconsciente no está en ninguna profundidad, y la asociación libre no es la catarsis, Freud la descartó como técnica hace muchos años. Yo creo que lo que nos deberíamos preguntar es: ¿vivimos aún antes del 1900?, ¿antes del 1867?, ¿en la época victoriana tal vez?. Tenemos mucho trabajo por hacer.

Susana Lorente.
Psicóloga-Psicoanalista

lunes, 9 de mayo de 2011

GESTIÓN DE LAS RELACIONES


"GESTIÓN DE LAS RELACIONES"

Martes del 3 al 31 de mayo
Horario: 19.00 - 21.00 hrs

3 de mayo: Gestión de las Relaciones con la Familia. Manuel Menassa (Psicólogo-Psicoanalista)

10 de mayo: Gestión de las relaciones con el aprendizaje. Ruy Henriquez (Psicoanalista)

17 de mayo: Gestión de las relaciones con el amor. Virginia Valdominos (Psicóloga-Psicoanalista)

24 de mayo: Gestión de las relaciones con la cultura. Susana Lorente (Psicóloga-Psicoanalista)

31 de mayo: Gestión de las relaciones con el trabajo. Magdalena Salamanca (Psicoanalista)

Información e inscripción: 91 542 30 97
Organiza Juventud Grupo Cero
Un Crédito de libre elección por la U.C.M.